La delicadeza de fusionar un erotismo histórico y revolucionario, que impulsa un palpable empoderamiento con la sofisticación del estilo bohemio, hacia una perspectiva más chic parisina – es como Anthony Vacarello ha procreado adaptar una narrativa con un impulsivo delulu. Constantemente, la novedad de Saint Laurent proviene de su pasado, cuya vivida nostálgica rigurosidad, encaja con las nuevas generaciones; quienes reflexionan sobre si hay una absoluta libertad sobre sus cuerpos y cómo la moda tiende a sobrellevar tal dilema. El mensaje de un romanticismo corporal, brinda una atracción a los curiosos por usar una casual belleza andrógina, que es íntima y elegante.
En definitiva, esta es la continuidad de su pasada colección, en la que la transparencia actúo con mayor versatilidad y provocando una maleable ligera fragilidad. El feroz desarrollo es más vibrante y rico en detalles, hasta me atrevería a decir que hay una perversa lindura, representada en traslúcidas faldas pencil que muestran una flexibilidad inusual, cubierta por letales pantimedias. Vacarello persiste en el uso exterior e interior de la vestimenta que solemos presumir en el actoooo (sabes a lo que me refiero). La reimagina diferencia es radicalmente sofisticada, le da sentido al inútil decorado y confía en el poder de fortalecer las piernas.
Toda esta sensualidad y desenfreno que evoca un salvajismo 70’s proveniente de opulentas noches en discos, enfatiza con la juguetona dominante de los años 20´s. Una vibra cinematográfica que alude a la sinuosa burguesía de Cecilia Tallis de Atonement, se muestra en la preciosidad de aquel vestido largo de color naranja satinado o en los mini vestidos-camisoles con bordes de encaje, que aluden a la reservada sensualidad ocultada los frondosos abrigos, portados en el hombro – una abrupta damisela que se revela y opone ante los principios del conservadurismo. Incluso, la sensualidad de las redes que tratan de ocultar una pecaminosa exposición, no desentona con el cuero holgado de las imprevisibles chaquetas de aviador y motociclista, que ilustran una tendencia hacia el rock gótico minimalista. Hay simpleza, pero très très punitif.
La esencia de la maison Saint Laurent, es hábil en combinar fragilidad y resistencia. El otoño está conociendo un lado más aventurero y la noción de cubrirse exageradamente, es muy anticuada. Se repite una paleta de colores en la no es desesperante de admirar con la fusión del beige, gris, negro y rojo, siendo más amigables, al incorporar el purpura. La agudeza de sus tacones, corrompe la dureza conceptual de usar oscuras y verticales piezas.
Si alguien valeroso señala que la lencería debe regresar al lugar donde corresponde – ignorada por el detrás – realmente se equivoca.
Resto de los looks:
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