La teatralidad y el dramatismo mágicamente histórico de Harris Reed, impulsan una vivida narrativa que calcina una respuesta ante las limitaciones económicas y una austeridad deprimente en la sociedad. Tal inmersión conlleva a rediseñar sus inspiraciones, de los cuales, se enfocaban en dulces y románticos paisajes artísticos que auxiliaban su espíritu. Prevenir un declive estético, llevó a Reed a indagar en tiendas de segunda mano, que pudieran entusiasmarlo al adquirir telas descontinuadas y únicas en su tipo. El lanzamiento de su colección es un fantasioso inminente rescate del pasado, lleno de opulencia confeccionada y estructuralmente decorativa. 

Las maximalistas ornamentaciones, proporcionaron una experiencia surrealista al ligar tales revestimientos con la experiencia de ordenar su nueva en Londres. La majestuosidad se mantiene a sí sola como un mueble, aunque es posible otorgarles la semilla de la vida. Imagina aquel tapizado vintage con flores blancas 3D, adornado un chaqueta peplum  astronómicamente oval, que se talla a una falda bias-cut escultural – sería una atrevida pieza de mármol por adquirir o aquellas hojas de maguey, que se ocultan bajo los pedazos de la cintura de viejos corsés e inclusive, un portátil invernadero floreciendo en un vestido ball crinolina blanco, con figuraciones clásicas dignas de la época neoclásica – tal esfuerzo, es un soñante paraíso literario de hipotecar. 

Actualmente, Harris Reed disfruta de un éxito comercial en el mercado asiático y en medio oriente, al seguir incrementado su agigantado suntuosidad y ha comprobado que no necesita un realismo puritano que la haga salir de su jaula de oro, pero no es inmune a la crisis que afrontan los británicos. Pese a todo, el encantamiento de sus arquitectónicas crinolinas es requerido, vorazmente para apaciguar los malestares ecológicos e imaginativos con la infalible ayuda del corset. 

Resto de los looks: