Ssssss, Ssssss, Ssssss … ¡Oh no! Una serpiente me ha mordido y no puedo resistirme a su metamorfosis pop … ¿Acaso Taylor Swift ha suscitado en sus mortíferas escamas una transformación nostálgica vacilada como ‘reputation’? Déjame señalar, que los científicos han evaluado mi letal situación y concluyeron, que efectivamente, mi teoría es acertada. 

De manera precipitada, un aniquilante veneno corre en mis venas, coexistiendo con mi extrovertida palpitación, que se alegra en saber que Taylor volverá a una era dichosamente valerosa e imponente. Retornando a sus labores en el escenario, tras descansar por un largo periodo vacacional, quiso reintegrarse con sus fans en el Hard Rock Arena en Miami, Florida, con un atuendo sumamente mortífero y nocivo. 

Ese constante letal brillo que ha mantenido, fue reemplazado por un body reptiliano negro de Roberto Cavalli, en el que se reprime a una sola pierna y brazo, adornado por el furtivo cascabeleo de varias serpientes cubriéndolo hasta quedarse impregnadas por la blasfemia runruneada por Medusa. 

Con esto, los swifties eternamente optimistas, lo tomaron como un guiño a su pasado #vengefulbitch. Esa disputa del 2017, que marcó una era llena de teorías y ataques sutilmente nucleares en internet, por una fugacidad virulenta, tan polémica por arremetidas llenas de picardía e irá a todos los enemigos de Swift.    

Ayudada por un inflable llamado Karyn, Taylor se pavoneó por el estadio y dando especulaciones sobre el relanzamiento de su álbum ‘Reputation’ – podríamos asegurar que una nueva versión de ella, renacerá gracias a la sustancia ácida que ingiero y transformó su alma puritana country. Esa paranoia obsesiva de los fans, podría volverse realidad si sigue asistiendo a más juegos del Kansas City y visitando pantanos malditos.