Cómo describía en mi reseña, Saint Laurent prosigue calcinando un empoderamiento tan femenino y confidente, mismo que remarca una alabanza hacia un memorable legado, que el propio Yves impulso y género las bases de una impudicia altamente magnética. Ese idealismo que hermosea a las girlies en una estética provocativa y afablemente bohemia, ha propulsado notar la extravagancia carnal que posee Rosé de Black Pink.
Siendo embajadora de la maison, era evidente que participaría en la lujosa maleabilidad que impone Anthony Vaccarello, al otorgar un gitanismo tenaz, representando una revolución sexual con toque de pop. Compartiendo asientos junto a Kate Moss, Zoe Kravitz, y Gwyneth Paltrow, tal libertino erotismo se fusionó en el outfit de la cantante, al flamear en la tendencia cabaret y sleepwear chic, usando un mini vestido camisón de noche. La radiante seda pigmentada con un rosa tan pálido como romántico, estaba sujetada a un bustier de encaje floral, mismo patrón que compartía en el dobladillo.
Ocultando tal impulsiva suave revelación, se envolvió en un frondoso y teñido abrigo de piel de borrego, que enfatizaba con sus zapatillas mostaza de gamuza, dando el toque elemental que irradia un glamour parisino, al llevar unos grandes pendientes de perlas con incrustaciones de oro.
La exquisita lisura es meramente hot de imitar. Rosé socorre a una sublevación que disemina novedad y una fluida sofisticación, misma que chulea su melena rubia platinada, enmarcando su pimpante lívida figura.