Ice, Ice, Baby! ¿Quién no ha visto en series, películas o novelas, exageradas y toscas esculturas de hielo derrumbarse por un bobo? Entendemos la importancia de agregar un toque mágico y especial a las fiestas, que con tanta pasión dispones. Sorprender mediante un entretenimiento visual en la mesa, puede ser arduo. Toda celebración anima a los invitados, no solo por el apetito, esto incluye decorar el espacio. En cierto modo, es generar conversación respecto al trabajo realizado. Sería catastrófico que nadie recordará aquella noche bohemia o el drama ornamental que preparaste. El detalle estrella es una pintoresca escultura de hielo. 

Sophie Dalah

El hielo tiene más de una función artística, no solo refrescar tu bebida. Desafiar la gravedad con suspirantes instalaciones, que transforman una simplicidad congelada. Revivir el efecto sorpresa en transformativas esculturas. Tal arriesgada, refinada escenografía, proviene del siglo XVII. En China, se empezó a tallar linternas de hielo y en otras regiones, a utilizarse como un material de construcción. En el arte culinario, se introdujo por el restaurador francés, Auguste Escoffier.

Imagina toda clase de animales congelados, sirviendo canapés y resguardando helados en la intemperie del comensal. Si nos trasladamos a la época actual, la alta cocina celebra tal opulencia con poéticas mejoras, demostrando majestuosidades temporales de admirar. Estéticamente, es más placentero ver un derretimiento lento que un gigante aburrido cubo de hielo. Esta belleza transparente, puede transformar la fluidez y percepción del agua.

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Deliciosamente, agrega mariscos, ramas secas de eucalipto, hojas y tela drapeada – voila, tu servicio de catering será aprovechado a su máxima capacidad. Tienes que valorar la singularidad que pone en el ambiente festivo – su interactividad moldeable, incluso producir cubitos de colores, personalizar. 

Este tipo de cosas, proveen sonrisas a todo el mundo. Una escultura de hielo puede chispear juguetonas perspectivas, manjares y un buen tema de conversación. No te aflijas por los charcos, la frescura los ahuyentará y será más ocurrente admirar el destino final.