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Gucci Spring 2025: La esperanza es lo último que muere abuelita

septiembre 20, 20244 min read

Luce imposible mantenerse sereno, erguido y resplandeciente, tal y como se maquila en el aura de un iluminado Sabato de Sarno. El ilustre novato, ha recibido un incesante elogio que alaba su frescura bohemia minimalista y un arremetedor siseo, que opaca supuestamente las lujuriosas estupefacciones que moldearon la reputación de Gucci. Es complicado encontrarse en medio de la turbulencia creativa y financiera que nubla el futuro, pese a todo el malestar que parecería destruir su luz, existe la posibilidad de restregar la malicia con terquedad. 

Previamente, nos ha dado una lenta rigurosidad, aunque provocativa en distintos aspectos. Ha sido capaz de atraer magnéticamente a una hermosa juventud que encaja con la casual grandeza, que se intenta manifestar en una sexy tenacidad llena de encaje y cuero, apta para resistir en un soleado torbellino que dispuso a reflejar en su descanso agustino, al retornar al museo de arte y diseño de Milán ‘La Triennale’. Sabato instalo un escenario que capturara el eterno resplandor del verano, en una clase de monturas cuadradas que se iban tornando en un sosegado rojizo.  

Su principal inspiración provino de las it-girls de los años 60s. Con tal dinamar comercialmente el espíritu calcinante y perenne del sol, llevó a su inquietante alma a fijarse en la sincrónica burguesía de Jackie O. Aquella dama que padeció un sufrimiento inconcebible, y resurge como un icono de estilo y clase mundial, tan atemporalmente imitador, continúa perpetuando en las nuevas generaciones, al inmortalizar el apellido Kennedy. 

 

Las prendas lucían como aspiraciones y planos canvas, pero su sinergia redunda en su adaptabilidad móvil. Quizás sea vago el paralelismo con la estética Kennedy por la fugaz conversión tan street style de sus primeros looks, cuyo aspecto vagabundo se demostraba en slouchy pants y sneakers, denigrando el entusiasmo retro, aunque progresivamente todo se iba acoplando, maravillosamente. Hermosos vestidos midi drape, vaporosamente relucían por la colorida sobriedad que era iluminada por destellantes pulseras y collares de bambú. Asimismo, encontrando su camino con el legado de sus antecesores, valiéndose del erotismo de Tom Ford. Es perceptible a su entorno y entiendo lo que se necesita para sobrevivir en una selva que ruge por ser tan Y2K como finisima. 

Si googleas, encontrarás las prendas que usaba Jackie en sus vacaciones por las costas italianas, identificas con éxito la plasmación cautivante de mini-mini-vestidos y faldas con elásticos camuflados, pigmentados con llamativo fosforescentes, sombreros de sol de ala ancha y gigantes lentes oval. La airosidad conjuga con la lucera inspiración de sus conjuntos adornados con lentejuelas disco y cuencas chispeantes. La filosa delicadeza de sus cortes en los costados, otorgaba un jovial aspecto regal. Culminar con largos, exagerados y barredores trench coats con el monograma impregnado, aplaude el estandarte policromático de Jackie en el tiempo que vivía lujosamente en el Upper East Side. 

Sabato es firme con sus creencias. Dirían por ahí, tuvo fé y se manifestó la plegaria. Danzar, cantar y sonreír con el optimismo musical de “Non Voglio Mica La Luna” de Fiordaliso, acrecienta las esperanzas de proseguir en una vereda llena de espinas. A veces, no requerimos tanto chillón drama para el nuevo mañana, solamente basta confiar en uno mismo. 

Resto de los looks: 

 

 

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