Fue subitamente religioso y santificado observar, el tumulto espiritual que arrastraba el inmenso velo de encaje negro que cubría el rostro de Madonna, al llegar levemente tarde a la presentación de Dolce & Gabbana. La tenue luminiscencia que dislucia el recinto, era tan piadosa como revoltosa ante la lujuria decadente que oscurecía la inocencia del espíritu fervoroso de Domenico y Stefano a resignar sus segundaa vidas en el cielo. Obviamente, la única y legítima reina del pop, inspiró al resolutivo duo a crear un guardarropa tan atómicamente indecoroso, asimismo el cine transmitió una solemnidad.
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Estas virginales almas, en su paso al descender de las escaleras del abismo infernal, traían un festín sensualmente corrompido por el poderoso deseo de ser exentos, mediante una actitud agresiva y sexy – tal como el Blonde Ambition Tour realizó al movilizar y convulsionar a sus detractores, al escandalizar con una carnal transparencia, misma que impregnó un pensamiento subversivo en la feminidad.
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La poderosa lasciva herencia cultural de rubias como Madonna, provocó recodificar el arquetipo de la belleza italiana. Su eterno poder, excita al constatar su maléfica influencia en la moda e indirectamente, sus aleluyos idolatrando la figura de una diosa rebelde, al crearle un desfile al que ella mismo acepto en ofrenda por no servir. Esa gloria fumiga la insipidez conservadora y nadie puede quitarle esa insignia. No es ridículo, ya que se alaba sus proezas.
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El bajoneo atribulado en la creatividad, se hizo evidente al solemnemente imitar el magnífico conical corset diseñado por Jean Paul Gaultier – ese fue la peculiaridad central. Hubiera sido coherentemente decente invitar al fabricante de tal hazaña. Colocar y adaptar la pieza a la seductora alineación de Domenico y Stefano, oprimiendola en un apretamiento hilado por satin brillante. La mayoría de sus vestidos compartían una sinergia en longitud y dobladillos. Una coqueta seductora belleza a la Marilyn Monroe, se pigmenta en el rizado platinado de sus pelucas, en el color de labial nude, y envolviéndose en un papel dichosamente fascinante, al portar la lencería picuda por fuera, voluptuosamente lineal a los vestidos bodice y sheath que se figuraban en base a una silueta de corazón. Se fijó una visión que alimentara sus precisiones sartoriales como cocteleras.
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El tuxedo gangster dejo de ser la principal atracción, ya que se denotaba una acertada recuperación a una estética femenina más provocativa en double-breasted peplum jackets moldeadas a los conos y que propulsora ese lado veraniego con estampados florales y puntillas ventilosas, especificando una modestia indiferente. Ese espíritu atrevido, fue prevalecido en la templanza de su abrigo de plástico vegetal luminoso kaki y la pastelera decoloración del rosa y azul – propuestas muy lindas de estrellar, castigándolas al sujetarlas en cuerdas, cordones y ganchos.
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La moda no puede ser tan seria. Tanta reprimenda, libera el lado más glamuroso de uno. Esa imaginativa, continua latigando a los sosos grisados, obteniendo un placer deleitable entre las girlies.
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