El último cántico de Demna se pronunció esta mañana, envuelto en la sobriedad disruptiva de su colección de alta costura para Balenciaga. Tras diez años al frente, su estancia marca el cierre de un periodo que marcó a toda una industria. Su impacto ha provocado toda clase de emociones y perspectivas: asco o cariño. Pero
La terquedad de Demna Gvasalia de convencernos sobre que vanagloria el legado de Cristobal Balenciaga con su terrorífica estética, es tan falsa y únicamente, la línea de alta costura, logra disolver tales perversiones. Dos universos que chocan y se fusionan de una manera rebelde y que atenta irse en contra de la usual formalidad –