En el mágico surrealismo que avivaba la sobrenatural hiperrealista aura del universo Schiaparelli, responde ante la falta de originalidad etérea y pura en la moda, con una excentricidad realista . No es cínico ni exagerado tomar la finura primorosa de Elsa, en una perspectiva que desea extrovertidos aumentos de color y forma, pero que se fundamenten con su dia a dia. Añoran portar ilusiones materiales incongruentemente únicas. La lógica visual es primordial, aunque no necesaria.  Daniel Roseberry juega con lo menos inesperado u ordinario y lo convierte en oro absurdamente original. 

La línea pret-a-porter de la maison, entiende que la determinación es indispensable para que exista un propósito. La utilización de superficiales interesantes texturas engañosas a una vista limitada, ocasiona amerita una grandiosidad simple. Pareciera que su enfoque básico es el outwear fiestero y jaranero, disfrazado de apacibilidad diaria, al incorporar cropped jackets y abrigos bomber con colas alargadas, dramatizando con maleables cuellos shawl, emparejandose a la voluptuosidad marcada por bodies de jersey color marfil, incorporados crudamente en la silueta de reloj de arena. 

Agregando el pintoresco decorado de sus estampados de cebra, mallas, el compacto jersey y el destilado denim – su noción de la básico es inaudita. Me da la sensación de que Roseberry, quiere producir sensualidad con lo comúnmente se usa para lograr esa típica imagen a la Ozempic. La diferencia del resto, es su intensa creatividad decorativa. Esa disparatada fantasía atrae a todas las generaciones, que buscan juventud eterna en vividas descomunales prendas, mismas que fermetan ese deseo. Impulsa clichés, sin generar líos. 

Aquellas coletas, que más bien, eran trenzas bien amarradas (amigables referencias a ¿Kim Kardashian?) y sostenidas en faldas y vestidos shealth, o usadas como collarines masoquistas, fue el toque justo de diversión que anima la blandura erótica que se ha perdido y recuperado en la divertida, sencilla opulencia. 

Creo que ahí, es el punto magnético que arrasa en la sociedad compradora. Es posible adquirir una mínima, hechizante, artesanal tangibilidad que sea posible sostener, económicamente. Su alta costura, fertiliza esa voluminosidad y perseverancia que define el refinado término, complementado la grandiosa sencillez de sus prendas básicas, subidas a un tono psicótico que estimule la onomatopeya Wow, en un chasquido. 

Ese sentido de extraordinariedad casual, es únicamente alcanzado en Schiaparelli.

Resto de los looks: