Desde la ansiada toma de protesta realizada por nuestra presidente electa, Claudia Sheinbaum Pardo, en el Congreso de la Unión, las miradas en ella, han sido terroríficamente hostiles y perplejas. Su mandato, es dichosamente elogiado por ser la primera mujer en ser la jefa ejecutiva del estado mexicano. Adaptándose a la odiosidad e hipocresía política, me sorprende que su estilo, prevalezca casi intacto.
Siendo una tiktoker políticamente influyente en ofrecer contenido que le ayude a consolidar un apoyo incondicional entre la juventud, quienes parecen estimarla por su juguetona honestidad, también promueve una imagen severamente uniforme y afectiva. He llegado a constatar que existen usuarios dedicados a mostrar los outfits de Pardo, con mucha franqueza y amor – llamándola ‘clean girl’.
Las mujeres que participan activamente en el juego del poder, notoriamente, se refugian en un conservadurismo y formalidad que no grite ‘vulgaridad’ (según ellas) al portar una austeridad conformada por trajes oficineros – un saco sin cuello y una falda recta á la boucle suit de Chanel– si acaso, unos jeans y tienden a hermosear sus camisas de manta con decorados indígenas, que supuestamente, expresan la identidad cultural de México o del estado o región gobernada y pisando la ‘corrupción’ con plataformas wedge. Apapachan una tosca falsedad, pero útil hasta cuando dejan de ser visiblemente públicas.
@sheinbaumdelrey ahora tuve dos favoritos (el de ayer y hoy) 🔥🩷 #claudiasheinbaum #sheinbaum #foryou #fyp #foryoupage
Sheinbaum, iba en ese sendero de funcionalidad ‘amigable con la raza’ al portar lo tradicionalmente femenino o apto para la gobernanza. Aquel traje color marfil lleno de motivos florales bordados, elaborados a mano por la artesana zapoteca, Claudia Vásquez Aquino, que usó para asumir la presidencia, constataba una frescura burocrática en su imagen. Tal encargo fue muy apreciado por la mayoría de sus simpatizantes. Mientras otras primeras damas se han caracterizado por una estética súbitamente grotesca, opulenta y vivamente glamorosa, Prado es lo opuesto. Esa diplomacia fashionista, impone una austeridad imperativa. Esa sencillez proviene de la mano de Olivia Trujillo Cortez, quien es la encargada de diseñar aquellos espléndidos trajes sastre que usa en las famosas ‘mañaneras’, constatando con la frialdad virreinal de palacio nacional en una armónica práctica vividez.
@sheinbaumdelrey expuso en una mini-entrevista realizada la diseñadora, que manifiesta con orgullo, su remunerado trabajo y la popularidad que ha obtenido. “Yo también puedo”, frase que conmemora su valerosidad al arropar con elegancia, a la presidenta de la nación. Un honor que estratégicamente es significativo, al proyectar una sutil refinación y el apoyo comunitario que ostenta a su merced. Ese silencioso contrapeso, es coherente, ya que la moda no opaca sus acciones mandatarias y continúan siendo el centro de conversación. Exalta su formación cívica y humana, teniendo la oportunidad de definir el cómo debe lucir una presidenta de México, sin que el dramatismo, sea foco central de su sexenio. No da argumentos perversos o inocuos en su contra, para dignificar sus acciones. Es lógica y disciplina. Respeta la ocasión, fiel a sus principios, no tiende a disfrazarse e incluso repite outfits y los estiliza, con seguridad. Realmente, aprovecha el talento local.
@sheinbaumdelrey gracias a la personita que me comentó acerca de este video, que hermosa persona se ve Olivia y muy talentosa 🥹💗 #claudiasheinbaum #sheinbaum #fyp #foryoupage #foryou
Es detestable y lamentable, que siendo una mujer, la presión de mostrarse quién es, es diez veces más opresiva y examinada. Todo es criticado y elogiado, con mayor tenacidad arbitraria. Ponerse simplemente un vestido X, se convierte en titulares exagerados y amarillistas. La moda no puede ser banal, es necesaria, al grado, de combatir los valores patriarcales y misóginos que tratan de perjudicarla, al señalar sus supuestos defectos o fallos. Ese escrutinio doblegado por Claudia Sheinbaum, refleja autosuficiencia y poder. Este alucinante comienzo presidencial o jurisdicción, acecha en equilibrar su dominio objetivo. Cuando usa una creación de un diseñador o ingenuamente lo luce con mucha presunción, no se trata solo de una elección trivial, representa algo: efectiva viralidad.
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