Este 2025 parece ser un año muy predecible. Mi compañero Rafa, en un post analizo el efecto que ha tenido la horrenda y agobiante dependencia que se tiene al pasado. “Es cansado ver siempre a las celebridades inspirarse en looks de épocas como los 90s y 00s … solo sabemos que posiblemente la ‘referencia’ tome fuerza o deje de ser la vieja confiable de las celebs para escalar”. Este panorama cobró mayor fuerza en los Golden Globes, admirando que el ‘cosplay’, será una deprimente temática casi fija.
Con notoriedad, se ha prescindido de la autenticidad en la moda. Una cantidad de inspiraciones que literalmente copian y pegan el diseño y nos ensartan un imaginativa demasiado pretenciosa. No se promueve la originalidad y eso es desconcertante. La teatralidad que ofrecen es maravillosa, pero no siempre podemos someternos a esa idea.
Quizás, el hecho que el ambiente que circula entre los ilustres, sea titubeante a salir de su zona de confort. Aunado a que muchos diseñadores abandonan sus puestos en corto tiempo, los grandes estilistas recurren a las piezas de archivo. Propiamente, la semana de la moda se avecina y quizás nuevos aires fluyan en el horizonte. Es un hecho que nuevas caras reluzcan en históricas maisons como Givenchy, Chanel, Lanvin y Dries Van Noten. Tal vez nuestra forma de vestir cambie.
La desaceleración del lujo es otra causa que influye en omitir lo disque nuevo, que lamentablemente, no satisface a la demanda y casi siempre, se le echa la culpa al diseñador de no innovar y es ahí, que entra esa atracción y fiebre por lo vintage. No se atreven a crear, debido a la amenaza constante de no poder superar las expectativas impuestas.
Aquellos descomunales, fantasiosos, irreales y hermosos desfiles de Haute Couture, generan drama y ovación, aunque vagamente, sus referencias son obvias y consistentes. Eso de reinventar la historia, es un tema tan drenado y eterno, que estos primeros 25 años, serían algo inapetente de recapitular. Necesitamos liberarnos y revolucionar. Son personas que dieron un twist drásticamente poético con sus ideales que desafiaron e indignaron con orgullo, el siglo pasado. ¿Por qué ahora nos sostenemos de algo que impide progresar? Ya tenemos suficiente con romantizar ideas grandilocuentes y que sofoquen a sus predecesores. Adoramos su entusiasmo, pero moldeen lo que aún no sabíamos que queríamos. Exciten con placeres materiales que definitivamente nos incomoden. No se apropien de las estrellas y códigos del ayer.
Recicla el plástico, no ideas. Ya tenemos suficiente con tanta interferencia pop que no devora. Esta generación que admiramos debería aprovechar la espontaneidad y autonomía de crear lo que te plazca. Sería un error no usar el poder e influencia que sostienen en su mente. Que el rigor que ponen en buscar lo que usó tal celebridad, sea usado como herramienta de autoexpresión. ¿Qué si está horrendo o bonito? Qué más da. Olvidemos lo tibio que desalienta.
Changuitos para que nos dejen boquiabiertos y desmayados.
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