Ese sentido de refinada y delicada opulencia, seductora por su neutralidad y confort, tal suntuosidad material que emana The Row, ha llevado hacia una dirección que permita que el lujo silencioso, sea consistente y no frívolo.
Enfatizando por deleitarnos con piezas sencillas, aunque tenuemente llenas vida y movimiento, su intencionada colorida austeridad es magnífica. Observando las fotografías que encuadran una distorsión experimental y alternativa al jugar con el gélido minimalismo de la colección. ‘Fluidez’ es lo que más se denota en la silueta de aquellos mackintosh negros y sus vaporosos pantalones slim.
La sastrería juega un papel fundamental, ya que da un toque atrevido y moderno, a lo que prácticamente han confeccionado con arrebato Mary Kate y Ashley Olsen desde sus inicios: pulcritud en la ligereza y corte de sus sacos, drapeado suculento que realmente te abrigue y eleve tu imagen con su estilo business-casual-preppy-invernal que bien, es un fantasía contemporánea para todos lo que idolatran la vigorosa elegancia de los ‘90s, que su mera discreción es práctica.
Se manifiesta una considerable y óptima insistencia con sus perdurables accesorios. La bufanda roja colgada en un gancho y los bolsos de lona con ribetes de cuero, son adquisiciones inevitables.
Pese a ir en contra del maximalismo que resurge sin control esta temporada, sus modestas, relajantes e impecables composiciones — que nunca defraudan — son vitales para sobrevivir a un modus operandi que nos lleva al precipicio, día a día.
Resto de los looks:
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