Aparentemente, la colegiala girlie “Miu Miu” ya no quiere ser tan ingenua. 

Con la natural intelectualidad de Miuccia Prada, ha pulido una elegancia basada en lo cotidiano. Un gesto audaz que eleva piezas que usamos diariamente. Su subversiva feminidad se ha tornado más real, transparente y graciosa. En tiempos críticos, es momento de enfocar la mirada hacia las girlies, comprender que la entusiasma y console. Aumentar su ganas de vivir, pese a la cruda realidad que las agobia. 

Tal deliberada reinvención de sus propios códigos, establece un camino hacia la maduración de su personalidad. Como varios señalan en internet: “el hype por la minifalda ha finalizado” y es notoria una acogedora inclinación a un estilo señorial que propicie una belleza convencional que no escandalice. Claro, esparciendo esa descarrilada noción en la juventud, al disponer de talentos emergentes y veteranos que realmente, modernizan y hermosean su imagen vintage. 

Ser tradicionales y modestos con sus desaliñados abrigos double-breasted de lana, sus recatados trajes falda de secretaria de Winston Churchill, pero opulentos con la acentuada cintura de reloj de arena, evocando al resucitador de la postguerra: ‘The New Look’, agregando en ciertos looks, un encogimiento.   

La longitud de sus faldas pencil con estampados cuadriculados ingleses y sus brillantes camisones de seda añejos decaídos en los hombros, pero aplacados con regordetes y peludos abrigos recogidos hacia atrás como también los de cuero desgastado por el tiempo y la uniformidad militar, acentuada por vividos calcetines que llegaban hasta la rodilla y combinados con zapatos oxford — ¡todas al sonido del cañón! 

Sus mera paleta de colores evocaba la austeridad de aquellos impetuosos días viviendo entre el fuego, pero aliviana con la rebeldía e indisciplina de normalizar sus brillantes sujetadores cónicos puntiagudos como linda señal de indomabilidad y libertad, bajo sus alegres suéteres y camisas tejidas. 

Reimaginando, bueno, reinventando la penitencia y el rigor del pasado y congeniar con distintas épocas, pero sin recaer en la nostalgia, su ingeniosidad por traer la ropa de abuelita y hacerla cool, pero siendo políticamente atenta sobre cómo su elocuente impacto cultural es determinante y realista. 

Siendo respaldadas por ella, su inteligencia, bondad y confianza, nos da la oportunidad de usar ropa simple. Algo anhelado y entendible, inclusive, nuevo para algunos.