Mientras algunas buscan amor y compresión en una relación, hay girlies que aspiran a recibir un princess treatment. 

Ciertamente, todas soñamos con ser la princesa de algún cuento de hadas, pero aterrizando en la realidad, este término proyecta una idea de respeto y cuidado que a veces se puede confundir con sumisión. 

Debido a que en nuestra enciclopedia, TikTok, nos maquilla esta fantasía con boberías, el princess treatment carga con una narrativa distorsionada. Obvio, todas esperamos ser tratadas con dignidad y que nuestra pareja tenga sentido común e inteligencia emocional, aunque es lamentable es que muchas veces terminamos rogando por este tipo de detalles básicos.

Lo curioso es que la Gen Z parece reforzar costumbres anticuadas (y un poco estúpidas). Revisando el contenido de varias influencers, verás discurso mucho más conservador sobre el rol de la mujer: desde el revival de las tradwifes, vestirse como damas de antaño (o como la esposa del algún político), hasta perpetuar ideas arcaicas sobre una feminidad pasiva y delicada. Todo bajo la excusa de no parecer “vulgar” ante una sociedad tibia. 

Digo, una cosa es que tu novio te ayude a cargar la bolsa o te pida un latte mientras buscas un asiento —detalles lindos y considerados—pero este “término mágico” puede esconder una cierta manipulación. Aquí la clave es diferenciar entre los gestos genuinos y el bare minimum.

El princess treatment va más allá de ser un capricho egocéntrico, se trata de sentirse querida, valorada y cuidada porque te quieren de verdad; que reconozcan tu identidad y fuerza, sin fantasías obsoletas que no encaminan a una igualdad de género.