¿Quién no recuerda la pajosa ilusión camporeal que deleito el paladar agrio, con la sorpresiva aparición de Lily Allen cantando Not Fair, en el sembradío artificial creado en el Grand Palais por ahí del 2010?  Siendo una de las rockstars que definió el pop británico, su trayectoria no solamente es definida por la lírica musical, es hormigueante. 

Teniendo los pies sobre la tierra, literalmente, sobre la alfombra, Allen reveló que hace poco, decidió ingresar al mundo fetichista de Only Fans, en el que publica libremente, fotos eróticas de sus pies. Excitando a frikis y amantes del bajoneo corporal, su dedicada pomposidad asombra y decepciona a muchos. Siendo alentada por su pedicurista, al manifestar con orgullo y encanto, la hermosura de sus pies, optó por revelar tal ingeniosidad fisgona ante la cámara. 

Fue la propia Lily que compartió una negatividad quejumbrosa que la señalaba como haciendo lo más ruin de su vida. “Imagina ser una de las mayores estrellas del pop en Europa y acabar reducida a esto”. Con una honesta franqueza, respondió: Imagínate ser un artista y tener casi 8 millones de oyentes mensuales en Spotify pero ganar más dinero al tener 1000 personas suscritas a fotos de tus pies. No odies al jugador, odia el juego”. 

Girls, tenemos que ser realistas ante esto. Ante las crisis e inestabilidades económicas que padecemos, es normal buscar alternativas que solventen nuestros gastos y necesidades. Ese paganismo, indiscutiblemente, nos gusta. Es tedioso y estresante que se alabe a la hombría machista por venderse al mejor licitador, dejando a las mujeres que prefieren apostar por tal oportunidad, como promiscuas.  La morbosidad cegante infringe y es agobiante leer tanta suntuosidad. No debería importarte si Allen se relaja o deleita con actividades recreativas que estimulen la plenitud, su música es ajena a lo que realice fuera del estudio de grabación. Vivimos en una época donde la libertad sexual no debería ser litigada o enjuiciada. Haz lo que te dé la gana. Diviértete. Period.