Sabemos que la nostalgia continua acechando los hilos de la imaginación. Quienes conjuran fascinarnos con una autenticidad, pueden satisfacernos con una estética que perfeccione nuestro día a día. La impecabilidad de Matthieu Blazy por respetar y apreciar el legado de Bottega Veneta, lo ha llevado a pulir los estándares creativos que juegan y relajan el espíritu burgués que impone. Solo que aquí, es apaciguar aquella cerrada exclusividad por una romántica despreocupada vibra, que amas al instante con su calmada sencillez (obviamente, si puedes pagar por ello).
El por qué nos atrae tanto sus voluminosas y comunes propuestas, es debido a que vanagloria la cotidianidad, es decir, puede que luzca sencilla aquella camisa masculina de rayas y cuadros, pero no lo es. La genialidad radica en el estilismo impuesto por Blazy, el como portar una falda de pliegues o una falda sobre unos pantalones de cashmere – modifica la perspectiva del vestir diario, eleva lo que consideramos habitual o corriente. Se fundamenta en sucesos y personajes de la historia que fortalecen sus ideales de mejorar el presente, así notamos que los 60s, 70s y Andy Warhol, representan un lado nada convencional, que atrae al creativo a no ser como el resto. La vida diaria no puede ser aburrida ni tediosa. Matthieu la ilumina con una genial simplicidad ligada a una práctica artesanal deliciosa paleta de colores. El intrecciato le da sentido a la combinaciones sugeridas.
Matthieu capta la idea de ofrecer lujo, sin ser tan excesivos. Es evidente que es autentico y la diversidad de estilos, seduce sin límite alguno. El atrevido refinamiento enloquece con la sedosa seguridad que otorga aquel suede peacoat, los pantsuits con matices pasteles, aquella escamosa falda naranja o el frondoso leopard leather coat – eso es, la actitud Bottega Veneta. Es humana, colorida y armoniosa como un naciente arcoíris, persuade con su ritmo y todos quieren vibrar en el.
Resto de los looks:
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