Es cierto que el dolor ha inspirado a muchos a crear fantasías cargadas de encanto y gloria, aunque ese precipicio emocional ha terminado cruzando el límite. Aparentemente, se ha trivializado un trastorno real para describir un look de cabello descuidado, desordenado y despeinado al bautizarlo con el nombre de “Depression Hair”.

Esta controvertida tendencia pretende reflejar un mood “introspectivo, vulnerable y ¿auténtico?” Al parecer, lucir desaliñado  es casi un acto de liberación contra las ataduras que impone la sociedad. 

Lo vimos claro en el desfile Fall/Winter 2025 de Prada, donde esa propuesta de distensión se vio opacada por el andrajoso Depression Hair. Un mensaje trillado, que en lugar de innovar,  termina glamorizando una belleza agobiante.

Recordemos cómo estéticas como el heroin chic o el uso desmedido del Ozempic siguen atrayendo a miles de girlies, aunque impliquen tergiversar la realidad y propiciar desórdenes mentales. Puede que esta tendencia se esté burlando de la perfección que tanto obsesiona a la moda, pero en el fondo, es una contradicción absurda para todos.

Esta lucha más bien oscila en una dirección opuesta. El mero término acarrea repercusiones insensibles: embellecer la depresión. Es cuestionable el fervor que lo respalda. Quienes realmente sufren depresión saben que hasta el cabello puede reflejar tal malestar interno al estilizarlo.

Resulta frustrante ver cómo el progresismo social ignora el trasfondo. Las concepciones de belleza terminan convertidas en un acto exhibionista cuando la depresión es utilizada como un producto mercantil y no en lo que es: un problema de salud mental. 

Tal vez si se quiere mantener este look, sería prudente consultar con un psicólogo, antes de vanagloriar otra desgracia.