Pieter Mulier es un genio. He quedado estupefacto y asombrado con su inventiva originalidad. Su creatividad no tiene límites, proyectando un magnífico trabajo que revela una trascendente visión hipnótica. Abruma por el simple hecho de superar y definir nuevas formas de arropar la silueta humana con su propia anatomía. Su contribuciones en Alaïa, se basan en una sensualidad a partir de la experimentación, manifestando un reflejo consciente de la feminidad y el legado de Azzedine.

Es de los pocos que se atreven a crear y no temer al riesgo. Teniendo la libertad de diseñar lo que se le pegue la gana, resulta fenomenal que intente embobarnos con sus narrativas abstractas y poéticas, que son convincentes, debido a la hermosura escultural y aventurera que nos vuela la imaginación. 

Con observar las “capuchas” almohadillas infladas que enmarcaban el rostro como si fuera un opulento traslúcido ¿condón? ¿Una secadora portátil? o la parte frontal de los monstruosos gusanos de Dune, combinados con una falda hula hula, salpicada por danzarines pliegues de farolillos, suspendidos en aros — creías que era la modo invernal de la vestimenta tradicional que se usa en el baile hawaiiano o desquiciadamente, hoyos negros.

Se enmarcaba una dualidad entre proteger y ocultar, con una simplicidad y técnica que diría que es alienígena, por la hazaña de moldear deliberadamente las caderas y hombros, con esculturales prendas, llenas de fluidez y movimiento. Fue extraordinario el modo de confeccionar sensuales vestidos asimétricos drapeados, sin usar costuras, sosteniéndose únicamente de los hombros, pero milimétricamente entallados— como si se trataran de etéreas túnicas de fantasma o añejas batas de dormir. 

Sus hazañas culminaron con su rasposo y escamoso outwear. Mini chaquetas medievales con hombreras escuderas de armadillo, eran balanceados por el surrealismo de su faldas que traían consigo, fideos o papiros incrustados en su parte delantera. Era tan impactante el congelado oleaje de aquel conjunto azulado envuelto en layering triangular, que su espectacular fabricación te eriza la piel. 

Tirando por la borda toda convención, es increíble sus ideas de crear belleza con lo crudo, inexistente o descompuesto, en una visión que ostente de la erótica y la arquitectura. Es la clase de lujo que se añora probar y mínimo, gastar exorbitantes sumas en reliquias que sigilosamente, nos unen. La mera referencia de Mulier era la cultura. Una prueba infalible que sintetiza a la moda como una forma de evolución y una forma de transportarnos a un futuro más humano. Los astros están de su lado.