Armani Privé: 20 años de glamour en la ciudad del amor

El súbito maravilloso encanto que ha permitido florecer a Armani Prive por veinte años, resplandece una vez más con una brillante colección que trasciende en una puritana hermosura erótica, grandiosamente tropical. El emperador Giorgio, ha establecido un opulento y deslumbrante imperio, que su joya más enigmática y preciada es la alta costura. Establecer una línea en París en 2005, fue todo un audaz desafío, ya que constataba con el fulguroso galanteo y cortejo extravagante que manifestaban sus excentriques camarades. Un forastero que los opacó rápidamente. 

La ciudad del amor y la poesía, difumino un apreciativo savoir-faire que conquistó al epicentro del drama cinematográfico, Hollywood. Adentrarse en un reino de fantasía, experimentación y lujuria, en un admirable maestro de una pronunciada y sensual elegancia. En su gran Palazzo, decidió brillar por sí solo. Tal longeva creatividad es continuamente expresiva e inspiradora. El tiempo, sus fascinaciones y viajes por el mundo, le conceden el deleite de mostrar su lado más genuino, bajo un ingenio que maravilla por su pasional esplendor clásico. 

Inspirándose en la luz (no en la onda electromagnética, aunque su lúcido satinado líquido es cegador), este elemento intangible, su radiación posibilitó iluminar etéreos vestidos de gala y sus imprescindibles pantalones de jeque con un celestial drapeado, moldeados a un sinfín de formas y ajustes. Tal bienaventurado resplandor se direccionó a embellecer la silueta con sus beatíficos cortes.  

Las chaquetas con su icónico estilo pagoda eran hermosas, deliciosamente texturizadas con lentejuelas y pedrería, agregando la preeminencia de los metálicos. Túnicas asimétricas y abrigos vaporosos, iluminaban el salón, dando a paso al máximo esplendor: centelleantes y sublimes vestidos columna,  con escotes pronunciados y espaldas descubiertas, brillaban por sus dorados y plateados motivos arabescos y caribeños, plasmados la candente fauna y flora de las regiones— convirtiéndose en un inaccesible ensueño por su fantástica luminiscente lindura, bordados en idílicos veraniegos destellos, que exudaban el atractivo y majestuoso glamour.   

Sería un pecado si algunas de estas memorables piezas no aparecen en la ceremonia de los Oscars.

 

Alberto Jimenez

Alberto Jimenez

Es un corresponsal enfocado a demostrar un apasionante gusto por la moda, entretenimiento y belleza. La semana de la moda, es un favorito aperitivo de degustar