Seán McGir prosigue con exponer cambios radicales en Alexander McQueen. La irreverencia que lo ha sujetado a un cataclismo que rompió esquemas y decepcionado a la crítica con su llegada, ha reivindicado las lamentaciones por no ejercer su potencial, demostrando que la maléfica excentricidad de Lee, sigue viva. La precariedad y falta de interés por respetar las visiones creativas de su antecesor, lo han hundido. Ha construido un muro en que las nuevas generaciones han edificado, teniendo una mayor preferencia por conocer los orígenes y adquirir piezas vintage que alaban los divergentes gustos.
Honrar la iluminadora tenebrosidad, sigue en la mente del creativo, pero es arduo sentir la conexión. Su potencial se inclinó a demostrar un lado altamente usable por los jovenes, que descubren el lado más punk de la vieja aristocracia. Hatfield, fue la propiedad seleccionada para fotografiar una rebeldía que ama portar arte en su ropa. La antigua mansión presencia un relajación de sus estándares, que palpita un forzoso streetwear – es una idea, en la que puedes derrochar formalidad e informalidad, sin ser tan rígidos o eso se aparenta.
La apaciguadora consistencia fluye en el día a día, pero siendo más exagerados, proporcionalmente. La atención es que las prendas sean a la medida y unisex, para que los futuros compradores sean más persuadidos por su notable amor por la historia. Notamos una filosidad de sus rectos hombros en aquellos blazers con una silueta de reloj de arena, tallados por sus caderas peplum, ajustando su estabilidad con los jirafescos cuellos isabelinos. ¿Esto es la recreación de la corte de Elizabeth I? Arduamente, lo es.
El estilismo tuvo una mejoraría, que impresiona por su vago erotismo, implementado por una cropped shirt llena de pliegues poéticos, jeans y pantalones redoblados por la cintura. Curiosamente, hay una flamante decoración texturiza en cristales, en los últimos looks. La inspiración proviene de la pintura hecha por Velazquez, que enmarca un lucido retrato del Papa Inocencio X. Esta pieza del siglo XVII, es envuelta y cortada en la producción del mensaje que transmite una ilusión que grita: mientras más grande, es mejor – tal y como se pensaba en aquellos sitios habitados por una nobleza, que repudiaban lo diminuto. La prevalencia del rojo, influyo en la sangrienta pasión por loar el pasado. Mcgir quiere traumatizarnos con la brutalidad desconocida de los tiempos y lo está consiguiendo.
Realmente, las personas están más consternadas por quién interpretará a McQueen, en la ansiada película que mostrará la vida de su gran amiga y mentora, Isabella Blow, que ver la próxima colección de Mcgir. ¿Quién sabe si se podrá redirigir el afecto colectivo? Por ahora, han convencido a pocos en volver con una ligeramente trágica presentación. Aún se teme, pero han sido capaces de algo: incomodar.
Resto de los looks:
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