La maison de haute couture tiene una estrecha relación con Nueva York. Monsieur Dior estableció un atelier satélite. Siendo una ciudad con diferente perspectiva. Se optó por ofrecer un estilo más relajado y versiones más funcionales que sus originales parisinos, ganándo el favor de la mujer americana moderna. Maria Grazia Chiuri utilizó este capítulo para rendir homenaje a tal progreso y cumplir las aspiraciones globales de la marca.
La gran manzana ha tenido una enorme influencia en Maria Grazia respecto a su estilo personal, que influencia en diseñar enteros guardarropas, que se adapten a la vida ajetreada que tenemos en las grandes urbes – una funcionalidad que enamora a la generación Z. Atraída por el sentido andrógino, que mezcla la evolución de la Bar Jacket, en el ritmo que fluye y revitaliza la esencia de Chiuri, por otorgar prendas que revelen fuerza e independencia.
El americanismo que tanto la obsesiona, se intercepta en el Brooklyn Museum. Grazia indicó que era un sueño hecho realidad instalarse ahí, ya que fue de los primeros lugares que tiene un espacio exclusivo para el arte feminista y claramente, la instalación de Judy Chicago llamada «The Dinner Party» fue el pretexto clave. Chiuri al retornar a suelo estadounidense, quería rodearse de expresiones artísticas que la inspiraran y promovieran sus ideales. Estos mismos se han redefinido a partir de la silueta Dior.
Genuinamente, la icónica actriz, Marlene Dietrich, fue el corazón que latía en la colección. Su estilo fue modernizado y urbanizado en prendas masculinas transportadas a una perspectiva femenina tales como aquella reestructurada camisa blanca con unos pantalones baggy, aquel brown leather aviator jacket o incluso el black leather jumpsuit. Ambas culturas se conectan con un estilo que enmarca más un streetstyle que facilita las posibilidades de vestimenta y se abre a nuevos cambios de actitud que definan a sus clientas. Solo observemos la informalidad y patriotismo de aquel parachute sweater con el estampado de la bandera de Estados Unidos o aquel conjunto de mezclilla deslavado que contiene el skyline de la metrópolis. Si algo sabe detectar y fabricar Chiuri, es una vestimenta para las ocasiones especiales. Sus vestidos ligeros con una vibe de los 40s y con crystal beaded mesh, deleitan el paladar exigente.
La colección es muy New York. Se reconoce que no solo abarca el estilo del Upper East Side, del cual estamos acostumbrados, sino, engloba la comunidad y barrios de la ciudad. Tal vez, es la misma interpretación que notamos, continuamente, aunque ese gris y repetitivo patrón es un éxito en el mercado. Solo tenemos una duda: ¿Será que los neoyorkinos se sientan identificados con la visión de Grazia o simplemente es el mismo estereotipo que los tendrá fastidiados?
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