Segunda parada: London. El pasado puede simbolizar desgracia o incomodidad, pero en suelo británico representa una oportunidad para evolucionar, radicalmente. En este 2024, se celebran 40 años de esta fashion week, poniendo a este sitio como referente de lo exuberante, revolucionario y una brutal lucha por mantenerse firmes; sin miedo a demostrar sus más salvajes ambiciones y pasiones. La nostalgia fue la herramienta que permitió una relevancia ante un escándalo y perfomance, que siempre impactan a los espectadores que visitan tan bulliciosa ciudad.
La colección de Richard Quinn, es un reflejo de una colección Haute Couture creada por Karl Lagerfeld para Chanel, por aquellos ruffled necklines y cuffs unidos a un black catsuit y a un sheath velvet dress o aquellas colecciones de los años 50s de Christian Dior, en esos medium gowns llenos de cristales y flores incrustadas, moños y tulle envuelto – un panorama que nos lleva a una aura nupcial.
Un guardarropa que sería conservador, pero es un movimiento sutil que denota su esencia por extender sus perspectivas y enfocarse en un público más elevado. Un romanticismo hermosamente evidenciado en su elegante paraíso floral. ¿Quién no quiere caer rendida ante el matrimonio con sus re – tradicionales vestidos al estilo Funny Face?
¿Acaso la ridiculez y lo bizarro son los nutrientes alimenticios para que J.W Anderson sea un éxito comercial? Lo intrépido y lo que rechaza nuestros ojos juzgadores sean han vuelto referentes de innovación. ¿Por qué no darle una oportunidad a lo repugnante para que sea la estética de lo cool? Anderson llevó nuevamente todo tipo de materiales para fabricar piezas, que son símbolo de una oportunidad creativa tales como pijamas de algodón, mini – dresses con trenzas de knitting wool, oversized grandpa coats e inmensos polo – vestidos combinados con cómodas botas de piel de oveja .
Es aquella melancolía, la que nos inmersa a enamorarnos de lo antiestético. Casi todos nos sentimos identificados por el juego de memorias textiles y accesorios como esas pelucas grises. Lo ordinario, familiar y común en piezas que son los temores u deseos de la vida adulta.
Mantener una marca como Burberry, ha sido una laboriosa tarea para Daniel Lee, en su estadía en la casa británica. La idea del trenchcoat, es la razón de ser de esta marca. Rigurosamente, el diseñador a transformado e implementado una personalidad que toma los elementos clásicos, en piezas que evocan confort y practicidad tales como esos: leather long militar trench jackets con piel de oveja que rodeaba los puñados y cuellos de estos; moleskin skirts y knit dresses sobre robustos abrigos y strapless fringe sculputural dresses – que denotan una perseverancia por respetar sus orígenes, complaciendo a la juventud con looks para ambos géneros, que gritan una opulencia urbana inglesa.
Lo mejor de esta temporada es el retorno de grandes supermodelos británicas: Naomi Campbell, Lily Cole, Karen Olsen, Lily Donaldson y Edie Campbell – unidas para impulsar a Lee en su ambiciosa enmienda. Nostalgia, una paleta de colores sobria y un dialogo entre el pasado y presente – este es el Burberry que tanto se extrañaba.
¿Cómo transformar la pena en dolor? – una de las muchas preguntas que tenía Paolo Carzona al crear un guardarropa que revela un lado orgánico y frío. Con sus propias manos, desgarra y confecciona con telas recicladas, ropa llena de fragilidad. Seres míticos del bosque o piratas náufragos, llegaron a fascinar con jackets y una especie de abrigos, arrugados y crudos de organza. Al parecer, no cuentan con zipers o botones que sostengan su delicadeza. Carzona es un joven explorador que añora un futuro resplandeciente, escapando de la catástrofes financieras y emocionales que vive el mundo, con historias llenas de esperanza y magia.
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