Amixes, en pleno siglo XXI es de lo más común ver piercings y perforaciones que las personas se hacen para darle un toque de estilo a la estética de su persona, desde los más convencionales como el de las orejas, nariz, cejas, labios, hasta los que son un tanto más “privados”, pues no se encuentran a simple vista, (como los que se colocan en los pezones), sin embargo hay una variante que propone algo más que simple estética, nos referimos a los que se colocan en las zonas más íntimas del cuerpo.
Antes que cualquier cosa tenemos que entender que históricamente las intervenciones en el cuerpo como perforaciones e incluso tatuajes han estado presentes entre civilizaciones antiguas como parte de lo que definía su estatus social, pues con ellos representaban varias de las etapas más importantes de su vida, como el paso a la pubertad o el matrimonio, sin embargo fueron los egipcios de los primeros en usarlos de forma estética, como el caso de los ornamentos anclados en el ombligo, que eran exclusivos de la realeza.
Una de las culturas que hasta el día de hoy sigue siendo asociada con el uso de estas piezas es la hinduista, pues en el famoso libro del amor «Kama-sutra» se habla sobre apadravya, un tipo de perforación que atravesaba el glande de forma vertical para aumentar el placer sexual tanto de hombres y mujeres.
Actualmente el piercing vaginal propone aumentar el placer durante el sexo, haciendo más intensas las sensaciones, sin embargo también es una zona que necesita (por razones sumamente obvias) mayor atención y limpieza para evitar infecciones, hemorragias u otras consecuencias que seguro no quieres experimentar.
Existen tres tipos principales de este tipo de perforación y esto se debe al área donde se coloca la pieza, el primero es Venus o Christina que se coloca en el monte del ídem y tiene una función más estética que placentera, ya que no se encuentra en contacto con el clítoris, pero en lo que sí puede ser de ayuda es en contribuir a generar una autopercepción erótica más positiva para las mujeres.
Otra de las alternativas es el piercing en los labios vaginales, donde generalmente se usan piezas de barra o anillo en ambos lados de los labios mayores, aunque también se pueden colocar en los labios menores, dependiendo del espacio disponible para realizar la perforación, que de acuerdo con la experiencia de muchas mujeres es el menos doloroso.
El piercing de capuchón o perforación del clítoris es el que más promete en cuanto a placer, pues alguna vez colocado, preferentemente de forma vertical, puede aumentar considerablemente el placer durante el sexo o la masturbación ya que al frotarlo se estimulan las miles de terminaciones nerviosas, sin embargo, no todo es miel sobre hojuelas, pues el dolor y el cuidado de este tipo de perforación también es considerable.
Si ya te decidiste a ir en busca de más placer o nuevas sensaciones, la recomendación obligada es que acudas con manos expertas y obviamente en un lugar certificado por la Secretaría de Salud, pues de lo contrario puedes exponerte a contraer infecciones y enfermedades como hepatitis tipo B o C.
Además de todo esto, como cualquier tipo de perforación, los piercings vaginales pueden llegar a provocar sangrado, hinchazón, enrojecimiento, cicatrices, y en casos más extremos trauma de tejido. Así que sí la decisión y está tomada, verifica que se a en un lugar seguro y cuéntanos tu experiencia sensitiva.
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